miércoles, 16 de febrero de 2022

Cancún escribiendo

 Vine por quince días. Para salir, y ver cositas de un México que no conocía, el Yucatán, y para armar una escaleta de la novela que espero poder publicar a primeros del año que viene. Sorprende mucho los escasos treinta quilómetros de playa en su diversidad. Los diversos mares y playas. Pero el clima y la soledad me han ayudado de manera excepcional.

Cancún. 







Isla Mujeres. Demasiado turístico. Pero los masajes en la playa blanca son excelentes. Isla alargada paralela a Cancún, tiene la cara de arena blanca por un lado, la que da al continente, y la otra, que recuerda a las de Galicia, por la parte que da al Atlántico.



Chichén Itzá

Imposible describir la historia maya. Su calendario y costumbres, sus libros quemados por los conquistadores salvo tres. Imposible resumir, chamán incluido, de ese pueblo que sigue usando su idioma







Cenote cercano. Pero hay uno a medio quilómetro de ese palacio maya, donde por cierto, tiraban a quienes ellos veían peligrosos o mala gente, como opción a sacarles el corazón para ofrecerselos a los dioses.





Valladolid.  Por supuesto deshicieron la pirámide para usar las piedras, para casas coloniales y para la iglesia.


Y Tolum. Poco a decir que no se haya dicho. Una maravilla.






El tiempo es elástico. Y me sobró para disfrutar de escribir, nadar, usar jacuzzi y mirar al cielo. Años sin ver la vía Láctea. Por ejemplo.