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Foto tomada de Internet, como el resto, en este post |
Bueno, he estado leyendo un libro, porque, por razones de escritura he recordado el peso de los recuerdos de nuestra guerra civil.
Los que me explicaba una mujer de Barcelona, y los pocos que me explicó una de Madrid, ambas jovencitas en ese periodo, y ambas de capitales que fueron bombardeadas, y que aguantaron hasta lo indecible antes de entregar a las tropas de Franco a sus hambrientos habitantes al final de la contienda.
No pasarán, decían en Madrid, y en otras zonas rojas, pero pasaron.
La
cruenta represión tras la guerra civil es un tema apasionante. Yo estoy segura
de que Franco tuvo ayuda, para organizar tan bien la represión o similares,
tras su victoria. He leído que el general alemán Wilhelm von Faupel, un héroe en la I Guerra Mundial, había sido
difusor de la ideología nazi, y que fue embajador del III Reich ante la “España
llamada Nacional”, creando el departamento de Prensa de la embajada. Pero pronto,
en el mes de Abril del mismo año 36, Franco
dictaba una Orden, por la que se creaba, en Salamanca , la Oficina de
Investigación y Propaganda Anticomunista (OIPA), con la finalidad de mostrar al
mundo la maldad comunista , y otra estructura, la Delegación de Asuntos Especiales. Todo un
entramado contra la masonería, el judaísmo y cómo no, el comunismo.
Aún
en guerra, estas organizaciones, y la creada de” la Recuperación de Documentos”,
fueron los embriones de la Delegación Nacional de Servicios Documentales (del
44), organismo paradigmático de la represión, que elaboraría el mayor archivo, llamado “Censo
Rojo”, con lo que se posibilitó que los “malos
españoles estuvieran fichados”. Si en
verdad constaba de tres millones de personas, es que estaba fichada media
España, lo que incluye hijos de republicanos, intelectuales antifascistas,
personas que donaban al Socorro Rojo Internacional, sindicalistas… de todo. Y
sin distingos de edad o sexo.
Porque
la creación del nuevo régimen, pasaba por aniquilar al enemigo. Así la prisión,
los juicios sumarísimos, las ejecuciones…y hasta el estigma de ser hijo o
esposa de rojo, como un tatuaje en el antebrazo, pero invisible. La depuración
fue larga, minuciosas y exhaustiva. De hecho, es el primer listado con fichas
perforadas, para mayor gloria de Dios y de la patria, y de esta manera, a masones,
judíos y comunistas se les niegan los derechos civiles, ilegalizando ya en el
36 a los Partidos del Frente Popular, y se incautan los bienes de los rojos.
Esas
fichas perforadas, que se usaron para realizar los censos en Alemania y
que “permitió a los nazis trabajar en
otra escala, con más velocidad y eficiencia”. Por supuesto que la represión que
se ejerció en España con el franquismo se habría realizado sin el censo Rojo,
pero no habría tenido la misma eficiencia, ni velocidad.
Los
juicios que se llevaban a cabo se basaban en delitos acorde a las leyes de la
dictadura, por lo que la burocratización de la represión fue en toda España.
Creo que ese rango de “legalidad” es la causa de la gente afecta al régimen, no
tuviera sentimiento de culpa, y menos, esa legión de burócratas, cuerpos
policiales, judiciales y meramente administrativos, que llevaron a cabo la represión.
No
soy quien para añadir nada a los numerosos estudios sobre la intervención
alemana en cuanto a su influencia y posible asesoramiento alemán desde el
primer momento de la guerra, pero veo similitudes en las técnicas para
conseguir sus fines: arrasar con el estado de derecho, y con las instituciones
de los Estados, para instaurar un nuevo régimen de manera sencilla.
Es
que España jugó un papel importante en la IIGM, y si es cierto que la Gestapo
tenía una oficina en la estación de Canfranc, aunque muchos judíos se salvaron
llegando al España, también es cierto que muchos, que se creían salvados, tras
pagar el peaje de joyas o lo que llevaran, fueron devueltos directamente a los represores
nazis por la Guardia Civil y los nazis, que trabajaban conjuntamente en nuestro
territorio.
Sigo luego, con testimonios de conocidos, que merecen mi confianza
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