domingo, 10 de mayo de 2015

Censo rojo.

Foto tomada de Internet, como el resto, en este post

Bueno, he estado leyendo un libro, porque, por razones de escritura he recordado el peso de los recuerdos de nuestra guerra civil.

Los que me explicaba una mujer de Barcelona, y los pocos que me explicó una de Madrid, ambas jovencitas en ese periodo, y ambas de capitales que fueron bombardeadas, y que aguantaron hasta lo indecible antes de entregar a las tropas de Franco a sus hambrientos habitantes al final de la contienda.

No pasarán, decían en Madrid, y en otras zonas rojas, pero pasaron. 

La cruenta represión tras la guerra civil es un tema apasionante. Yo estoy segura de que Franco tuvo ayuda, para organizar tan bien la represión o similares, tras su victoria. He leído que el general alemán Wilhelm von Faupel,  un héroe en la I Guerra Mundial, había sido difusor de la ideología nazi, y que fue embajador del III Reich ante la “España llamada Nacional”, creando el departamento de Prensa de la embajada. Pero pronto, en el mes de Abril del mismo año 36, Franco  dictaba una Orden, por la que se creaba, en Salamanca , la Oficina de Investigación y Propaganda Anticomunista (OIPA), con la finalidad de mostrar al mundo la maldad comunista , y otra estructura, la  Delegación de Asuntos Especiales. Todo un entramado contra la masonería, el judaísmo y cómo no, el comunismo.
Aún en guerra, estas organizaciones, y la creada de” la Recuperación de Documentos”, fueron los embriones de la Delegación Nacional de Servicios Documentales (del 44), organismo paradigmático de la represión, que  elaboraría el mayor archivo, llamado “Censo Rojo”, con lo que  se posibilitó que los “malos españoles estuvieran  fichados”. Si en verdad constaba de tres millones de personas, es que estaba fichada media España, lo que incluye hijos de republicanos, intelectuales antifascistas, personas que donaban al Socorro Rojo Internacional, sindicalistas… de todo. Y sin distingos de edad o sexo.


Porque la creación del nuevo régimen, pasaba por aniquilar al enemigo. Así la prisión, los juicios sumarísimos, las ejecuciones…y hasta el estigma de ser hijo o esposa de rojo, como un tatuaje en el antebrazo, pero invisible. La depuración fue larga, minuciosas y exhaustiva. De hecho, es el primer listado con fichas perforadas, para mayor gloria de Dios y de la patria, y de esta manera, a masones, judíos y comunistas se les niegan los derechos civiles, ilegalizando ya en el 36 a los Partidos del Frente Popular, y se incautan los bienes de los rojos.
Esas fichas perforadas, que se usaron para realizar los censos en Alemania y que  “permitió a los nazis trabajar en otra escala, con más velocidad y eficiencia”. Por supuesto que la represión que se ejerció en España con el franquismo se habría realizado sin el censo Rojo, pero no habría tenido la misma eficiencia, ni velocidad.


Los juicios que se llevaban a cabo se basaban en delitos acorde a las leyes de la dictadura, por lo que la burocratización de la represión fue en toda España. Creo que ese rango de “legalidad” es la causa de la gente afecta al régimen, no tuviera sentimiento de culpa, y menos, esa legión de burócratas, cuerpos policiales, judiciales y meramente administrativos, que llevaron a cabo la  represión.
No soy quien para añadir nada a los numerosos estudios sobre la intervención alemana en cuanto a su influencia y posible asesoramiento alemán desde el primer momento de la guerra, pero veo similitudes en las técnicas para conseguir sus fines: arrasar con el estado de derecho, y con las instituciones de los Estados, para instaurar un nuevo régimen de manera sencilla.

Es que España jugó un papel importante en la IIGM, y si es cierto que la Gestapo tenía una oficina en la estación de Canfranc, aunque muchos judíos se salvaron llegando al España, también es cierto que muchos, que se creían salvados, tras pagar el peaje de joyas o lo que llevaran,  fueron devueltos directamente a los represores nazis por la Guardia Civil y los nazis, que trabajaban conjuntamente en nuestro territorio.
Sigo luego, con testimonios de conocidos, que merecen mi confianza

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